Un limbo en quimeras (A modo de ... Qasida)

Domingo, 4 de marzo de 2018. Hoy en la inexperiencia de este nuevo día envuelto en la luz blanca de una aurora invadida en el abrazo de la lluvia, comparto con vosotros la segunda entrega de este ciclo de 'A modo de ... Qasida'. 

Un canto abierto a la esperanza desde el conocimiento controvertido que se dibuja en nuestras retinas desde el vacío de las pupilas. Un eco en los campos absortos del Universo donde el musgo incomprensible crece enajenado de los hombres. Un sueño a lomos de quimeras lanceado por fractales de justicia en el lienzo inapelable de las sombras resistiendo la penumbra y oponiéndo la energía, en la materia más infame, al instante de la luz.

Sin embargo, la esperanza es un grupo de corceles que transitan las praderas que libaron coloridas mariposas, liberadas de los vientres tembolorosos, que trazaron singladuras de caderas y de pieles en el tiempo incomprensible donde nacen las tormentas y se gesta la insistente inexperiencia como asíntota de infinitos.

Qasida de... "Un limbo en quimeras" -4 de marzo de 2018- 
©Francisco Beltrán
(Modificación de la 'Qasida en los velos de un limbo' del Diván de Yay'yana de F. Beltrán)

En los velos que hace el agua, entre cielos y tierra,
cuando el calor de la vida abre los ojos al alba
cuando el sol asoma y reclama para sí las sendas,
cuando el tiempo dobla esquinas y urde lienzos que son trampas.
En el agua inocente, el tiempo dobla en la noche abierta,
hizo creer que la muerte fue vencida en la emboscada,
a manos de la inopía levantada en la conciencia,
en los miedos descarriados del hombre sobre su farsa;
entonces nos asedia el cambalache de las quimeras
sobre las cenizas de los sueños en la voz del agua.

El tiempo dobló la aurora ajena a las cosas del hombre
en el limbo de la inexperta existencia sobre el alba,
como hueso del oráculo y sonrisa de sibilas
las gasas sinuosas del austro navegan desveladas
en furientes arreboles que destilan fantasías
hasta y desde el cénit al confín del silencio en bandadas.

Allá donde el espacio sin horas borrara la noche
el color de las mariposas relumbra de sus alas,
por entre la riqueza que carcome en la materia
y abatana la energía en la dinámica sin alma,
el tiempo dobló la honda espiral de los campos sin gleba,
extensos en los ojos de las estrellas desveladas.

Allá todos los profetas son un haz de inexperiencia
que titila en anhelos de la sangre y sus cañadas,
nunca será vencida la noche ni el ansía fiera
de opulentos sayones en los crepúsculos canallas,
nunca serán olvidos las tormentas de la miseria
de la mano sobre el pecho en la tiranía inhumana.

Opresores cabecillas, esclavos, almas de quijote
todos tan incautos, trabados en sus prisiones, marchan.

Los diáfanos limbos del cosmos, sin calima en los iris,
tienen la lanza en ristre sobre la utopía en las alas,
el tiempo sin nostalgia de fractales, ni de praderas,
en los campos de las galaxias, es cordura y es calma.
La tarde llega en los tules del día, ante el ocaso,
las pasiones, una senda, un delirio en carcajadas.
Opresiones en sofismas desde el hombre en sí mismo,
como esclavo de sí mismo, endiosado desde el alba
en confines no medidos de crepúsculos ficticios
que en sí mismos son abismos en la broma más pesada.

El tiempo dobló la vida a pesar de palios y lienzos,
¡qué solo la piel en la piel dibuja veras semblanzas!...

Los ojos, un lienzo transverso en el fondo del espejo,
remanso en los brillos del agua en las pupilas calmadas,
las horas color canela bailan los trazos de mis sueños
en la tormenta de tus caderas, en la piel en calma.

¿De qué música se hacen los destellos de tus pupilas?
¿De qué color son tus horas en el lienzo de tu alma?

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