La Bermeja (A modo de ... Qasida)


Con esta Qasida acomodo la temática a la épica de los sueños en aquello que nos es cercano y lejano al tiempo.  

En esta cuarta entrega de 'A modo de ... Qasidas' verso sobre el alma de esa torre bermeja que habita solitaria en el corazón mismo de la Vega de Granada, asediada por los trinos y el ulular de los chopos en el viento, intrigada en el rumor de los glogueos que a coro resuenan en las gargantas del río y las acequias, elevo mi voz en el lienzo blanco con este soplo de tinta negra sobre el símbolo que guarda celosa 'La bermeja' con sus raíces hundidas en el seno de los limos negros, en el alma de los hombres que transitan ante su mirada inadvertida en el silencio del tiempo.

La Bermeja 
(F. Beltrán - 16/11/2014 -Modificada el 5 de marzo de 2018)

Apoyando la mano en mi mejilla,
ausente el cielo,
mi mirada en las jarcias malheridas,
presente el aire,
sigue en pie sobre piedra en amnistía,
faro en el tiempo.

Cárdena torre huraña e insigne, quieta;
clavada en negros limos,
sobre las sendas del tiempo deambula sin prisas.

Campos labrados, luz y acequias, Vega;
predios que esperan dignos
el sudor de los hombres en sus manos curtidas.

En sendas de Chauchina, La Bermeja,
torre silente en siglos,
para los hombres, ante las razias, su guarida.
Se abre ante el alba la atalaya fiera,
muro, defensa y atisbo
ante hostiles e infieles turbas en osadías.

Indeleble guardiana de esta tierra,
de este Soto y sus hijos,
en el tiempo de un milenio nazarí en liza.

A su sombra los mortales habitan
tierras y sueños,
hilvanan la pasión en la ironía
de un cobertizo,
en los frutos de esta feraz lima,
so horas sin tiempo.

Guarda y lucerna de ejidos y de hijos de la gleba.
Cávea de un embrujo intemporal en los guijos
que relumbran en el viso.

Por las tierras de Chauchina vi una torre y sus sendas,
fuere de la Vega posta y faro muy digno,
vientre de soberbios silfos.

En coros de trinos, silbos del sol en las choperas
en ámbar negro trazan fundidos los signos
de un ocaso que llega vivo.

Alamedas en verdes mantos de tarde en la Vega,
embrujos rúbeos tras los muros de los siglos,
en la torre, en su abismo.

Al encuentro del viaje nocturno, púrpura retreta,
última esquina de luces del día, sinos,
en las gentes y en el sitio.




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