Luna y Vega (A modo de Qasida ...)

Hoy, con este quinto poema, cierro la serie de A modo de Qasida...
 Fotografía de José Antonio Ruiz Bueno

En este poema 'Luna y Vega' ronda ese aire especial y enigmático que tiene este singular lugar de Granada. Una noche de faralaes, de cante y de sentimiento jondo, se lleno la tinta de impulso hasta la tranquilidad de los límites. El embrujo se hizo eco de guitarra y voz en los lances del duende que habitan el tiempo de los crepúsculos.La esperanza del vuelo de estos versos a modo de Qasida va en la épica de la lírica que enraíza en la tierra, que navega en sus aguas, que surca en el viento y traspasa sus fuegos, que habita en el hombre y sus costuras con todos ellos.

Espero que esta serie haya sido de vuestro agrado.

Luna y Vega

29 de junio de 2014 - modificación de 5 de marzo de 2018- 

La noche se hace delicada y elegante en la Vega
la brisa trae el arte en la noche abierta a la conquista.

Implacables son los trinos con el día y con sus luces,
la tarde es un juego de arreboles, Helios se retira.
En el limbo de la Vega, las gentes traban la fiesta
la Vega arde de celos al ver la silueta furtiva,
Artemisa tras el borde de los velos de las sombras
pareciera ser la luz que luce en la tenue rendija,
la Vega sabe por el fulgor que Helios está con ella,
en sus brazos, en su lecho, en su piel de plata fina.

En alas negras de luna
las coplas tornan en baile,
el viento suave se viste
de nocturna fantasía,
el agua suena incesante
corriendo por las acequias,
un eco sutil de guitarra
arma las letras de enigma.

Leve hoz de luz que corta la tierra en un tajo difuso
sobre el aura negra de la soledad y su agonía,
sin milongas anda el cante por farrucas en un tango
de luceros para un baile de la Vega con su herida.
Suenan las voces de las suelas firmes en el tabla
ya callaron las chicharras a golpes de sombra y brisa,
el 'quejío' del alma rompe en los ojos hacia dentro,
y relumbran los brillos de una taranta sin medida.

Las costuras de la tierra
son hilvanes en el agua,
una copla es testamento
de la piel y su fajina,
en el fuego de los cantes
 y los bailes, los mortales,
son latido que en el pecho

va al compás de seguiriyas.

Las palmas se elevan al cielo al ritmo de soleás
las notas trazan sentires de una nueva travesía,
la fragua de la noche templa la navaja del tiempo,
en el yunque van las almas de la pena a la alegría.
Lágrimas que arden en el cantar escueto del agua
sobre el lienzo de los campos dormidos en su elegía.
El corazón en esquirlas busca un nuevo consuelo
el duende es el ave fénix de la fragua a la utopía.

En el alma de la gente
el embrujo se hace copla,
en el alma de la Vega
suena el yunque de los días,
en la noche de los cantes
y los bailes de este pueblo
forja el duende, el querer
y el no querer, por bulerías.

Faralaes y caireles bajo el ala del sombrero
van en trazos de la historia de la muerte y de la vida,
en la gente viven sueños sobre un piélago secreto
que el deleite en el trasiego los eleva a utopía.
Más el duende, implacable, crea barcos de los sueños
que navegan sin cuidado de las rutas ya transcritas,
en las noches de esta tierra va cautivo el 'sentío'
en conciencia de lo injusto, en alerta de poesía.

Luna llena, luna nueva,
en la Vega luz y luna
la justicia de la mano
de la angustia y la desidia
las estrellas en su senda,
y la luz en su destino,
una copla cierra el cielo
en nocturna conveniencia.

Implacables son las horas en la cuerda de las coplas
en el limbo de la Vega, en la esencia de la vida,
implacables los latidos en el aire de los fuegos
sobre dioses inventados, de la debla a la alegría,
implacables son los pasos que nos llevan a la aurora
que nos llevan a los sueños en la piel de fantasía,
implacable el viaje de la luna ante el alba en la Vega,
Helios brota por la sierra y es de nuevo su conquista.

Luna llena, luna nueva
en la Vega luz y luna
implacables son los trinos
de la noche en sus cenizas,
implacables en el coro
de gargantas en la esencia
implacable de los golpes
en el yunque de la vida.

Implacables son los trinos con el día y con sus luces,
sobre el aura negra de la soledad y su agonía,
la fragua de la noche templa la navaja del tiempo,
sobre dioses inventados, de la debla a la alegría.
La noche es breve y nocturna en el sueño de la Vega
la brisa del duende se apresta entre la muerte y la vida.
Luna llena, luna nueva, en la Vega luz al alba,
embrujo en la forja del silencio que se hace poesía.

Postigos al alba, bisagras ajena a la memoria,
luna vieja, hueca luna, en la Vega luz del día.


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