CUENTOS Y OTROS RELATOS

Cuento de un ogro y sus dueños…
©Nártleb – 16 de octubre de 2013 

Hubo una vez una tierra, de las que sueñan entre tormentas y en las noches negras de las brujas y el esperpento que sólo existen en la imaginación de los niños y de mujeres y hombres necios y que surgen de ruines intenciones y de puestas en escenas de viles conciencias siniestras… Sí, hubo y hay una tierra que estuvo bajo el mando funesto de un ogro y de miles de cuervos durante ocho lustros, sí fue después de una cruenta guerra que mató hermanos y padres, que abrió el odio en carne viva y que en todo ese tiempo y después no se procuró cerrar la herida…

Nadie mató al ogro y murió con el tiempo, nunca pagó ni él ni sus córvidos dueños por sus ominosos crímenes… Así es la tierra, que los desgraciados son muertos por la ruindad de los ‘sin conciencia’ y éstos, colmados de culpas y podridos en la avaricia, viven de esos muertos hasta que la guadaña se los lleva…

Un coro de negros cuervos entorno al muerto y su irracional historia, ya son los restos y nada queda de su ferocidad, aunque toda ella recrecida queda en sus cuervos y en los hijos de éstos que viene con gris librea, por los siglos de los siglos es el mandato de que no se pierdan estas enseñanzas fieras…

Sin embargo, o no, en la tierra se abrieron brechas y los cuervos permitieron que sobre ellas se hicieran nuevos caminos, y los viejos cuervos les dieron instrucciones a los de gris librea, y así todas las gentes festejaron la muerte del ogro sin querer darse cuenta de la celada de los cuervos, o esperando coger fuerza para librarse de las cornejas…, fuese como fuere en la tierra hubo trabajo y riquezas, y las gentes corrimos tras la zanahorias sin darnos cuenta que todo esto era un trabajado plan de los de la gris librea. Ellos, con una sonrisa y una calma impropia de su género y sin el sistema de la fuerza por la fuerza, sumaron fuerzas en el mundo del poder por el dinero. Y, en su plan incluyeron lo más perverso, nos hicieron creer que todos podíamos ser o que, en el fondo, eramos cuervos, y caímos en la trampa que tramaron estos grajos con las rapaces del poder y del dinero.

En la tierra de leche y miel, después del desierto, después del tiempo, porque siempre es después del tiempo, sólo queda miseria y tristeza y un poso negro de desolación por la pérdida de los sueños que hicieran posible la verdadera tierra que no es de nadie y es de todos. Tribulación y angustia por la añoranza de la inocencia y del futuro que se llevaron las miserables cornejas y las insaciables rapaces …

Más amigos y amigas, o mejor dicho, congéneres todos, la mayor tribulación que tenemos es que el espejo nos refleja la existencia o añoranza de unos rasgos de rapaz o de corneja en la silueta que nos refleja…

Siempre llega la noche y siempre podremos encontrar un jirón de vieja tela que prendido en la rama de un deshojado árbol ondea suave entre las brisas que mueven el aire, la luna enmarca su movimiento engañando al ojo atento que se distrae de todo el resto de la escena…

Hubo una vez una tierra, unas veces con ogros y otras sin ellos, pero siempre en ella los hombres de parda librea y de los que la quisieran… Y, aun así, en luminosas u oscuras calmas o entre nublos de día o truenos de negras nubes en lo más oscuro de la noche oscura aun con la luna llena, hubo una vez una tierra… y aun la hay.

En el fondo de tu conciencia siempre habrá unos pasos para una senda sobre la que descanse el sueño de una tierra…

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