©Francisco Beltrán Sánchez Cuando la ceniza vence el fuego de los rincones las madres son agua en las brasas de sus corazones, las madres son fuerza más allá de la rabia y la ausencia. Entre las paredes del tiempo nuestras habitaciones son ceniza en un haz de voces rupestres. La sangre quedó prendida sobre los vidrios del aire; en un grito de ventanas bajo postigos cerrados un recuerdo hecho quimera, hecho cuento, hecho pena. Dos veces, mil veces, durmieron en las calzadas los huesos dos veces, mil veces, gritaban las cunetas los silencios. Era el púrpura un ocaso de una lágrima en cenizas, era el rojo ese fuego de unos ojos indomables, y amarillo en la tierra bajo el aire de los pueblos. Huesos, sangre, sangre, huesos, la justicia fueron balas, la razón fue solo fuerza de la entraña inhumana, esa esencia más humana que cualquiera lleva dentro. Allá queda asesinado todo atisbo adolescente los rincones, universos que habitaran s...