Cuando la ceniza vence el fuego de los rincones
©Francisco
Beltrán Sánchez
Cuando
la ceniza vence el fuego de los rincones
las
madres son agua en las brasas de sus corazones,
las
madres son fuerza más allá de la rabia y la ausencia.
Entre
las paredes del tiempo
nuestras
habitaciones son ceniza
en
un haz de voces rupestres.
La
sangre quedó prendida sobre los vidrios del aire;
en
un grito de ventanas bajo postigos cerrados
un
recuerdo hecho quimera, hecho cuento, hecho pena.
Dos
veces, mil veces,
durmieron
en las calzadas los huesos
dos
veces, mil veces,
gritaban
las cunetas los silencios.
Era
el púrpura un ocaso de una lágrima en cenizas,
era
el rojo ese fuego de unos ojos indomables,
y
amarillo en la tierra bajo el aire de los pueblos.
Huesos,
sangre, sangre, huesos, la justicia fueron balas,
la
razón fue solo fuerza de la entraña inhumana,
esa
esencia más humana que cualquiera lleva dentro.
Allá
queda asesinado todo atisbo adolescente
los
rincones, universos que habitaran soledades,
y
las puertas entornadas sobre goznes oxidados
son
las bocas que perdieron todo punto cardinal.
Y
la sangre no se seca ni en un siglo de palabras,
el
susurro del dolor va hilvanado sobre el miedo
ese
miedo recocido en cal viva hecha sufragio.
La
caricia de la usura revestida de cordero
ha
tronzado el recuerdo de la mano generosa,
de
esa madre expatriada y olvidada en la codicia.
Un
recuerdo por aquella República y sus huesos.
-En memoria y esperanza de aquella legalidad y de quienes se dejaron la piel en ella. 14 de abril de 2018-
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