Campana negra

Esta mañana ante una reflexión en facebook de mi amiga Cristina Sánchez Sanz sobre el reencuentro con una alumna y, como consecuencia, sobre la evocación de la querencia por la escritura plasmada en la historia de un cruce de caminos reposado en un libro entre la fantasía y el terror llamado 'Campana negra' de Samuel T. Martín, me ha inspirado para que, por medio de una amalgama entre el sonoro ronquido de las grandes campanas negras elevadas sobre bancadas exquisitas de piedra y madera y el devenir de los elementos de la existencia ahormados en los sueños y en los caminos en los que nos enreda la vida, haya nacido esta Campana negra y sus versos en el eco de un tiempo de invierno.

Campana negra
©Nártleb - 11 de enero de 2015

En la tinta fresca
de la edad temprana,
en los años jóvenes
donde nada es nada
y todo es posible
en la última traza.

En la tinta negra y briosa
la belleza sincera se hace ecos
en sonidos que parecen de campana.
La nostalgia va sin horas,
la memoria sin andamios y sin tiempo,
son escorzos armónicos de una marcha.

En la bruma luciente
de los tiempos cadentes
una campana negra
tañe sueños y quimeras.
En sus ondas va un torrente
de brasas y agua sinceras,
sin miedo y resiliente
en vientos sobre la tierra.

En el lienzo reposado
de un océano sin puertas
el sonido se hace hueco,
el silencio es caverna,
y en las brisas y turbiones
la ‘esperanza’ es la liberta
aunque ella sea el canto
de una campana negra.

En la tinta de los tiempos
la belleza, para fuera desde adentro,
en el eco compartido de la espera.
La memoria es un arreglo
enrejado en la nostalgia y su tiempo;
un eco de campana negra y vanguardia.

En la tinta vieja de la edad más vasta,
en los años lentos donde nada es nada y todo no existe,
la campana negra.

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