Una bala insolente

©Nártleb Ocsicnarf – 3 de agosto de 2014

Una bala insolente entró por la puerta,
un disparo al aire,
uno más, de un régimen sin alma.
El silencio torna el color de la amanecida,
velos negros ondean entre brumas granas;
cambió para siempre el color de la vida.
Las paredes de la casa se tiñeron de negro,
de tristeza en el alma y en las entrañas.
Tras la puerta queda el alba de un sol negro
y quienes despertaban a la miseria
por una bala insolente
que se coló por la puerta de la casa.

En el zaguán del pueblo
en los días del sol negro
una bala insolente
se coló por el hueco
de los vanos de la puerta.
Una bala insolente
que trajo la miseria
a la casa y su gente.

Y mientras, el esperpento,
en boca de quienes gobiernan al pueblo.

Ay, si fuera por ‘derecho’,
ni las balas insolentes,
ni las infames armas de las que salieron,
ni las manos que el gatillo tañeron,
hubieran salido indolentes
por la cancela del averno
de sus negras tinieblas.

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