Maestro de vivir en verso - In memoriam de Rafael Guillén - 5 de mayo de 2023
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Maestro de vivir en verso – in memoriam de Rafael Guillén
©Francisco Beltrán Sánchez – 5 de mayo de 2023
No hay tregua, era inevitable
el punto de partida…
Cuánta soledad
en los éxodos de cada origen,
cuánta soledad
en el tropel de las estelas del tiempo,
en la espuma del instante sin ayer
donde las olas de la risa y el llanto
rompen en las rocas de quien trova
la luz que nunca se arruga.
No hay tregua
sobre una hoja caída
bajo el azul,
‘deslimitado’ el poema
un haiku desenfunda resonancias
entre las penumbras de un komorebi eterno.
En el lienzo de esta tarde sin buhíos,
bajo el mar turbio de nubes sin lluvia,
‘el remero del tiempo’ ha partido
en un callado verso,
con sus alas de Céfiro,
sobre un canto de aromas,
en su voz de silencios,
desde un trino de fénix,
como un desvelo de pájaro,
con sus ojos de niño
y su alma liberta.
El umbral se ha tiznado de púrpura
cual crepúsculo en cortejos de noche
bajo la inevitable canción de los cipreses,
las acequias gorjean un nombre al pie de los surcos,
titila la ‘luz gacela’ sobre el lienzo de las aguas
que baja de la Sierra a los limos de la Vega.
No caben en las calles de los poetas
letanías de ensayos de cierre,
protocolos de exhaustas moralejas,
perfiles de tableros contrapuestos.
La belígera raíz del árbol fuerte
ha tejido un bosque inmenso
en el milagro de los desatinos,
otro arranque de sangre
en los manantiales
del juicio donde todo
es sublimemente cambiante,
hasta la verdad de todo verso…
Cuánta soledad
sobre los hombros del desierto
que queda en una lágrima;
sobre ‘una vieja fotografía en sepia’,
la terraza de un café
bajo los plátanos de sombra de otro ayer,
el embate de un presente
que cambiaba su cansancio
inventándose en la canción de la existencia.
hoy llueve dentro de este poema,
mientras se entreabren las puertas
de un verano en primavera,
hoy lleno cada presente desvalido
de círculos concéntricos
en el clamor de los desastres,
y aclamo los estratos
que dibuja la línea del cielo
al otro lado de la ventana,
por encima de la entrópica silueta de los álamos,
y lleno de poesía y de sueños
el instante manso
de mi jardín bajo el pruno
que se eleva rúbeo y atormentado
junto al pozo
donde el agua ha llegado en el dolor,
en un grito hondo e ingrávido.
Cuánta soledad
en las edades del frío,
por entre garabatos de acordes del tránsito,
cuánta soledad
en esta dársena del color de los presagios.
Oigo la melodía del ocaso,
una ‘balada en tres tiempos’
y este viejo violín cimbrea
el aroma oscuro del café
por entre la certeza penumbra
que hace de este presente un levar anclas,
ser el instante de este océano de ‘tristeza de profeta’.
Cuántos versos por caminar,
por volar,
por respirar…
Cuánta soledad y
qué poquito tiempo.
Hasta siempre Rafael,
maestro, compañero y amigo.
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