A propósito de seguir viviendo
Una historia de banco a solas en el frío rostro de la noche - ©Francisco Beltrán Sánchez |
A propósito de seguir viviendo
©Francisco Beltrán Sánchez – 26 de diciembre de 2021
Cuaderno de bitácora del capitán:
sobre el barco de tu vida, hoy,
en el puerto de otro diciembre que muere,
recuerdas despacio sobre la línea del cielo.
En los días de lo incierto
tu mirada al infinito
una tregua en la memoria:
bien lo sabes navegante
cada paso, hace la senda
cada ola acometida,
cada cruce de navíos,
cada atraque en el tiempo
un balance
al socaire del silencio:
bien lo sabes,
lo que cuenta es el instante.
A ambos lados del espejo
ante el mar infinito de la historia de los días
recompones la bitácora
mientras el barco descansa
al abrigo de un puerto,
deseando
remontar los horizontes
superar el dolor,
las ausencias,
los miedos,
y por fin te aprestas a largar velas:
con la brújula dispuesta
para navegar
las fieras fauces de las tormentas,
en el fragor de la piel a la entraña,
hasta la médula del hueso;
con el timón alerta
para trazar
singladuras de abrazos y besos
sin miedo a las estelas fugaces
o a quedar náufrago
de una isla desierta,
sin tesoro,
batida por el oleaje;
con la voluntad de pájaro
para extender las alas y volar
bajo un sol compartido en un beso,
en el coraje de beber los vientos a medias,
bajo la noche al calor de otra piel
en las curvas de la pasión y el deseo;
con el asombro de un niño
para cantar y bailar
tallando siluetas
por entre la lluvia en un puzzle de sueños,
de sonrisas y emociones,
de honestos sentimientos;
con la tenacidad del acero
ante el rostro trémulo de los crepúsculos
para cruzar lo imposible y pasear
las arenas del agua o el viento
sin temor a la noche negra
de océanos y desiertos,
sin medir la distancia
entre los pares de huellas;
con la lealtad de las estrellas
por entre el azul del mundo
y los turbios nublados
en las coordenadas de las quimeras
donde la gente hace
de su voz porfía y contienda...
A ambos lados del espejo, el quinto elemento,
ante los desafíos,
dispuesto en propósitos y fuerza
con los pies en tierra,
con el barco propicio al viento,
con el agua tensada en las venas,
por entre el frío y el fuego,
entregado a la esperanza
sabiendo
que la vida,
como las olas,
no da tregua.
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