Geografías de entretiempos -Recordando a Federico, a la vida y a la muerte-

Fotografía de ©Ignacio Muñoz Moya

Como en un sueño de una noche de verano hoy he visto el rostro del poeta en unos versos que escribiera allá por las calles de América, antes de su muerte en su natal tierra, "Llegaban los rumores de la selva del vómito / con las mujeres vacías, con niños de cera caliente, / con árboles fermentados y camareros incansables / que sirven platos de sal bajo las arpas de la saliva. ...", era un rostro compungido, casi un canon del dolor bajo estas jarcias de un mundo desmadejado en la fábula de los disfraces. ¡Menudas  quedan en los versos estas geografías de entretiempos! Va por Federico, hombre de compromiso y palabra por los tiempos de los tiempos... 

Si no me créeis después de leer estos versos, disponed tiempo y leer sin espera los suyos, los del maestro.

Geografías de entretiempos

©Francisco Beltrán Sánchez – 17 de agosto de 2021

 Entre Víznar y Alfacar

la tragedia en Diana

tras el ruido en la pólvora.

I

En el hueco del sentido

anidó una tristeza,

una risa mira al agua

en el hondo de la pena.

 

Hay un verso de alamedas

en la fuente del silencio,

los trajines de la vida,

una hormiga en bastillas

de hojas de hierba fresca.

 

Junto al ruido de la acequia

lleva una carga la tarde,

lejos quedó la casa

y su puerta de pesares.

 

II

En la aldaba de otra aurora

se ocultan cuervos crueles,

se viste de día la muerte

y el llanto de negra sombra.

 

Paradigma en tarantos

de la hierba del tiempo,

de los árboles altos,

de un barranco y su aljibe:

calavera en raíces.

 

 

Monumento a la vida

que se eleva en sosiego

en los ojos que evocan

la Barraca y los Versos.

 

III

En la espuma del agua

un acorde de copla

es el Duende en el blanco

del silencio que ahoga.

 

La bisagra del aire

va y despierta agonías

de la Vega a Madrid,

de Madrid a la Habana,

desde Hudson a Víznar.

 

Por el viento, la ausencia,

jardín de madreselvas

y aquel patio de aspidistras

que fue un canto de tragedia.

 

IV

Los hilvanes nos cosen

a un pasado de vientos,

de turbiones de dioses

en desvanes de opuestos.

 

Ya lo dijo el Vate:

“Que la ley es un muro’.

¿Se disuelve como humo

en la más impalpable

de las gotas de sangre?

 

Maleficio en crisálidas

al parir mariposas

en los vientres contritos

sobre el polvo mordido.

 

V

Qué buena memoria tiene

y qué apunto siempre llega,

no es el drama de otro agosto

solo es la muerte sincera.

 

Agrios días de agosto

en sus brisas de noche,

lunas del dieciocho

notarias de quijotes

y alacranes furiosos.

 

Malecón de guitarra,

pentagrama de estrellas

en la sangre que al alba

derramara el Poeta.

 

VI

No hay tregua de Ocaso,

Alfacar, un bullicio,

es el mes de la muerte,

¿’teatral alegato’?

 

Hoy crepita en palabras

esa sombra de ausencia,

esa rabia en silencio:

¿beatones, farsantes

en discursos correctos?

 

¿Dónde fue el Poeta?

¿dónde sus versos?,

¿dónde queda su estrella?,

¿dónde el grito postrero?

 

VII

¿Fárfara y cenizas

en fingidos descargos?,

manifiestos humanos

de sagaces ‘escribas’.

 

Sobre el hombro una mano,

si es sincera, un abrazo,

si es sofista, una mueca

de ajustado anatema.

¿Se honra el legado?

 

En las zarzas de un trino

entretiempos de abismos,

bajo ropas de estío

un invierno entre versos

y un áncora en el pecho

como un nardo entre lirios.

 

Entre versos, los sueños:

que sin ser aforismo,

     de un poeta abatido,

                                            geografías de ‘un pueblo’.

 

 

 

 

 

 

 

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