Padres -in memoriam-

(Ante el día de difuntos de este 2019 comparto esta elegía a modo de romance. El recuerdo de nuestros padres siempre es un asalto al corazón, más si cabe si su pérdida fue cuando aún tenían casi toda su vida por delante)

-Francisco Beltrán- 

El agua eleva su vuelo 
de una pupila en nostalgias, 
la fuente nace del pecho 
en un latido del alma, 
silencio tiene el paisaje, 
silencio en noche de muertos, 
silencio de noche en calma, 
misterio donde es instante 
toda luz y sus lenguajes. 

De noche vestida va el alba 
de día desnudo el ocaso, 
del rostro va y rueda una lágrima: 
escombros que amorran la entraña, 
tristeza que siembra los campos. 

En unos ojos cansados 
ella guardaba un secreto 
melancólico y arcano, 
el camino se hizo invierno, 
severo negro de luto 
que al camino le trajeron 
la existencia con sus mayos, 
y en los espejos oculto, 
el dolor de su infortunio. 

Fue el asfalto traidor 
quien truncó en un instante 
toda su vida, su amor. 
Embozada en su dolor 
hizo de madre y padre 
y de tripas corazón. 

Era una mano cálida 
que sobre la piedra fría 
iba latiendo romanzas, 
templando melancolías 
ante el sigilo de luna 
sobre la muerte del día, 
era su rostro al alba 
oscura noche difunta 
tallando la ausencia en brumas. 

El agua eleva soledades 
recordándola en su escena, 
silenciosa en sus pesares: 
esforzada y paciente madre 
ante el duelo y en su pena. 

Y a las puertas de septiembre 
reclamó su pecho herido 
el asfalto inclemente; 
dejó en orden el nido. 
Para siempre ya son juntos 
donde no llega ningún río, 
donde titila un astro 
que señala su legado: 
el cariño de sus almas 
y lo humano de su andanza. 

De sus hijos, 
en sus iris, la añoranza 
de ese tiempo 
no vivido cada alba 
junto a ellos. 
De sus hijos (y sus nietos)
el dolor y su cariño 
en presente, 
prosiguiendo su camino 
hasta 'siempre'.