Desde la tasquiva

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Publicado el 01/04/2016

Desde la tasquiva 

Primero el tempero
Y se prepara este mundo,
no es una excepción mi tierra,
la cuchilla del arado,
bien acuñada la reja,
es la mancera en la mano
y las bestias van tirando
de la lanza con su fuerza…
Un recuerdo ya borrado
por rodadas en la tierra
de máquinas que faenan
por diez yuntas de ganado…
Y la tierra que se abre
por las rejas y orejeras,
por los hombres y su mano,
por un sustento que espera.
El tempero ya está hecho
con mantillo u otro abono,
ya picotean las aves
rebuscando los bichillos.

Después la siembra

La tierra era rastrada,
hoy un rotavator la muele,
hoy el tractor se afana
haciendo surcos o bien ‘tablas’.
La tierra quedó lista
para merecer ser sembrada,
el hombre y la semilla,
de nuevo es preñada de vida.
Como testigo el agua
bautiza este encuentro en la tierra,
la señal de la azada
por legos ‘abates’ hilvana.

Y en el tiempo, desde la tasquiva

Desde la tasquiva con ojos del pasado,
sobre el astil el brazo apoyado
la mira se posa en el llano tranquilo
y busca el horizonte sobre las líneas de chopos,
detrás de las almenas rotas de la ‘Torre’.
Tranquilo va el aire,
brisas frías en los pulmones
y un vaho que brota blanco y espeso,
leyenda de una historia que no es cuento
que va escrita en las líneas y las muescas
que dibuja la tierra negra de mi vega.
Más allá las alamedas guardando el río.
Suena el silencio, en los ecos de la tierra,
la campana de la mañana y,
sin pensar en más nada,
una sonrisa en el rostro del recuerdo del mañana,
una mano asida al astil con fuerza
y la cadencia del légamo en la carga
para el refuerzo de aquella recia y efímera cresta en la tierra.

©Nártleb-6 de enero de 2014