Cáncer

©Nártleb – 3 de abril de 2016 

(En reconocimiento a la lucha permanente por la dignidad en la vida. Cualquier día es bueno para rendir cumplido homenaje a quienes plantan una batalla diaria a la rebelión de su cuerpo en la hélice de la vida. Hoy una noticia sobre una pasarela que ha organizado la AECC me ha llevado a esbozar una sonrisa en el brillo de la lágrima de un recuerdo y sobre su destello ha fluido la tinta para escribir este poema en reconocimiento y aliento a todos y todas quienes, desde la más tierna infancia a los más sabios surcos de la piel, se arman todos los días de humanidad y voluntad en las comisuras de la risa y los párpados para esta ineludible contienda... Gracias, por el ejemplo a la especie. Desde mi admiración y respeto.)

Un pañuelo en la cabeza

en el paso firme sobre el cotidiano suelo,

una carrera de carritos

en el pasillo frío donde el silencio es la risa

en el fondo de la boca de la muerte,

un ‘quejío’ más allá del cante acompasado

de la decadencia del cuerpo,

no hay rendición posible porque esta es otra batalla

de la perpetua guerra.

Los ojos miran de frente,

sin compasión ni de ellos,

el dolor es compañero en la soledad

que cincela a golpe de segundo.

En la hélice de la vida andan los contrastes

de una locura de cambios que urden suplicios y gozos,

una infinita escalera que termina difusa

sobre las yemas de los dedos de la fugacidad.

Alegría que supera cualquier curva de la queja,

una sonrisa, unos juegos de calle,

unos tacones lejanos y altos que resaltan el talle,

la dolencia es la quietud cuanto tanta vida cabe en la onda de una risa.

Y, una lágrima siempre espera porque

hoy la batalla de esta guerra

ha reescrito un armisticio en la hélice eterna.

Es un sol de primavera

como si fuera tórrido calor de verano,

cansino y lánguido fuego de otoño

o parsimonia de luces frías de invierno,

son los pasos bajo la brisa suave que acaricia la hierba,

verde, amarilla, macilenta o blanca de rocíos y escarcha,

no importa; solo atañe el momento que la brisa

corre por los alveolos en un juego de pañuelos.