La bisagra de la cancela

Nártleb -8 de marzo de 2016
                             Hoy en el frío del invierno
es una nueva aurora,
que ayer hasta medianoche
fue el día de marzo
en otro tiempo llamado de las nonas.
La bisagra de la cancela
ha chirriado como de diario
es un gozne rebelde
que canta el giro de la puerta.

Voy hacia el coche
con las llaves en la mano,
entre el pulso del botón
y el sonido de sus cierres,
la apertura de mi oído
en un grito que viene por la calle
en el hilo del aire hecho tiempo.

En ese viento frío de mañana
un recuerdo me hiela,
que fueron la voces calladas en el trabajo peor pagado,
que fueron los malos
modos para con el mal llamado sexo débil,
que fue el menosprecio
de quien creyéndose más hombre simplemente
demostró y demuestra ser menos humano.

Se abre la puerta del coche,
después se cierra,
un golpe seco
que, en este frío
del invierno, recuerda el dolor,
el morado y la sangre de quienes
solo por ser mujeres fueron
culpables reos de desaires, golpes o muerte
a manos de seres berrendos.

Arranca el motor del coche,
comienza la marcha lenta,
pensativo sobre el morado de hoy,
un color de esperanza
que no es el púrpura maldito de los golpes.

El motor y sus marchas
en una secuencia informe
marcan caminos diversos
pareciendo que atrás quedó el rebelde gozne,
los gritos de la calle,
la injusticia en el trabajo,
de jornadas y jornales,
las tragedias de los golpes o la sangre;
atrás parecieran todas las escenas
y todos los culpables…,
hasta mañana
donde la bisagra de la cancela
me dé de nuevo su santo y seña.

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