Desde la Sala de los Divanes - 'Virginal valida' (6ª Entrega)

Para el pueblo gobernado desde esta Sala de los Divanes,  aunque estas formas y esta Sala se manifestaron claramente insuficientes para que hubiera una ‘soberanía real del pueblo’, siempre fue un orgullo que desde aquel aciago y ominoso tiempo en el que sólo hubo un Diván en la Sala, que desde que se transitó a que la elección para esa Sala fuera del pueblo, hubiera en ella ‘validos’ y ‘validas’ que en teoría podrían ser de todas las condiciones sociales, de cualquier raza  y que profesaran cualquier creencia religiosa en aquella sociedad.


Así que, al recordar aquella sala también cae en el recuerdo la normal forma de actuar de aquellas validas sin que el sexo fuera condición distinguible para sus acciones.

Sin embargo, hoy me viene a la memoria que en aquellos días y en aquella sala había una valida de singular forma de actuar. Ella era profundamente religiosa, lo cual no es malo ni bueno, siempre que ello sea motivo personal y discreto, más que nada por respeto al resto diverso de los habitantes de aquellos predios. Ella manifestaba en loas a la divinidad cualquier acción suya como si los designios de los cielos y su morador, que ella consideraba con fe ciega,  fuera quien magnánimamente permitiese su desenlace.

Aquella valida, en su misticismo mal entendido, era como una chamana indígena o como una enviada de una divinidad. Ella manifestaba llevar en su ánima la marca de una virgen aparecida y proclamaba, desde su ‘fe ciega’, que siempre encontraba para sus decisiones humanas un avío en capotes de la mano de la advocación de una madre divina en una aldea entre marismas. Ella siempre rezaba al alba en reflejos de las gotas de rocío.

Va con renglones cimbrados
la escritura en la mentira;
por un camino escarpado,
en la 'raya' de sagrado,
una devota valida.

Un cronista anduvo fino,
allá vio con extrañeza
entre arena y altos pinos
como de un coche cenizo
se apeaba la profesa.

Compungida en la mirada
iba abasorta en sus rezos
no atendía a otras llamadas,
que bastante era aquel peso
de tanta tarea atrasada.

Y nos dicen los cantares
que aquella dama valida
anduvo por los altares
mientras las gentes cabales
en la arena eran hundidas.

La pupila del cronista
descubrió para el recuerdo
que aquella de la mantilla
llevaba mil rogativas
en la clave del empleo.

Va con las leyes por bando
y en sus preces la osadía,
en cantares por lo sacro
cual profeta en lo profano,
una valida y su lira.

Y en 'arte mayor' se escribe el deseo,
qué haya seguridad social y empleo
como adagio de lágrimas y valles,
tras un difícil y largo sendero
de loas en romerías populares.

¿'Ande' andará 'to' el trabajo?
Va la ministra loquita
buscando arriba y abajo
y no ve ni un mal 'carajo'.
"¡Ay divina virgencita!"

Por su capote esperado
ella no quiere hacer nada
no sea que estropee algo.
'Del cielo vendrá trabajo',
eso dice la muy ufana.

Una ministra que reza
en lugar de hacer sus tareas,
que la piedad es 'mu' buena
y a la justicia ni se espera.
¡Solidaria que es su pena!

En su diván de rodillas
va y reza por el empleo,
con su lira sin quintillas
espera que haya un clareo.
¡Vaya corrida y bureo!

De este bardo el deseo
que nadie se moleste
por hablar de algún credo
que no hay ningún libelo
en el credo de la gente,

De este bardo el deseo
de que nadie se moleste
por mencionar algún credo,
desde aquí el mayor respeto
a cualquier fe de la gente.

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