Casida de la noche de fina luna
©Nártleb – Chauchina, 29 de junio de 2014
En agradecimiento a ‘Duende Caló’ y
a José Candela y su escuela.
En la noche se hace delicada y
elegante la brisa que el arte nos trae…
En el arte se escribe el ‘sentío’
de la vida, en él se hacen jirones los sentimientos para después, con las
agujas del dolor y el sufrimiento y el hilo de la alegría, en el sosiego de la
costura, se hagan los pespuntes en el paño de nuestras vidas.
Implacables son los trinos con el
día y sus luces
cogida de su mano va la tarde en su
agonía,
en lo alto de la bóveda celeste,
en las luces más sutiles de quien se
retira,
en el limbo de la vega y de sus
gentes,
la silueta más esbelta de Artemisa.
Una fina hoz de la luz más blanca
empieza su nocturna fantasía,
hoy siega suave el viento
que se mece en la vega y se hace
brisas…
Ay, la noche limpia en el aura de
mi vega
claras van las almas en el yunque de
la vida,
allá son los golpes de la luz de
los luceros,
allá es el aroma del agua y su
ironía,
allá también la valentía en las
figuras del arte,
que hoy suenan los pasos firmes del
baile,
las voces claras y rotas de un ‘quejío’
y su utopía,
las notas que rompen la noche en
melodías
y las palmas, las palmas, que
brotan del ‘sentío’,
que se hacen vivas de la pena a la
alegría.
Que las lágrimas se secan en esta
travesía,
en el alma de las gentes va el aire
y va el agua,
va la tierra y las costuras de
impecable maestría.
En los rayos de la hoz blanca va la
fragua,
en la tierra de la vega queda el
yunque y su monotonía,
en el agua, en su canto y sus brillos,
en sus sombras, en su brisa y
cobijo,
va el embrujo de la forja de esta
noche en poesía.
En las noches de mi vega,
sea Selene, Hécate o Artemisa,
de la mano van las gentes con la
tierra, con el agua,
en la historia que va escrita
en el piélago de llantos y júbilos,
en la resignación y entrega, en alerta
de justicia.
En las noches de esta tierra
cautivos de su embrujo y su aljamía
vamos las gentes de la vega
en la muerte y en la vida, en la
cuerda y su elegía.
Implacables son los trinos con la
noche y sus sombras
que cogida de su mano va nocturna
en su agonía;
en lo alto de la bóveda del cielo,
en las luces delicadas de quien se
retira,
en el limbo de la vega y de sus
gentes
es el alba y sus corales en la más implacable
conquista
de la luz más imponente
de la esencia más notable y divina.
Lejos en el vuelo de las sombras
quedo la noche de la luna fina…
Hasta pronto, que la fragua siempre
es presta
y el yunque no descansa aunque no
se vea…
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