Conciencia de Jugar con luces prestadas... ¿o no?

Perversos Juegos Inhumanos…
(Por Nártleb – Anihcuahc-Abril’2012)
 
Perversos juegos inhumanos,
que sembrados sin alma,
sin conciencia se muestran claros
en las propicias noches estrelladas.
  
Una bóveda de satén bizarro
nos muestra caminos de luces antes del alba.
Son luceros lejanos y son brillantes astros,
roban retinas, roban los ojos y su alma,
son voluble estampa, quedando
en miradas codiciosas, miradas
del joven córvido que dentro llevamos…
  
Y, llega la aurora clara,
y pasan los días de los años…
Y, de pronto se adivinan crepúsculos granas,
horizontes púrpuras en augurios interesados.
Son, por realidades cotidianas olvidadas,
presagios en oscuros ocasos.
Lunas llenas de la luz robada,
manto de los brillos oculto o tapado
por nubes de traídas borrascas…
  
Ya lloran los ojos negros y nublados,
ya vuelan las córvidas voluntades sin fianzas.
¿Pasó todo tiempo de codicias y frenesís caros?,
¿pasó?, ¿o no?... Al menos, ¿un plazo o tardanza
en el desasosiego que todo esto hace claro?...
  
Llamas de albores y costosas tasas,
miradas y desconciertos en lo que es humano,
contradicciones desde lo más hondo a la cara
y compromisos hasta el nuevo ocaso…
  
Sueños y quimeras de nuevas noches inventadas
por la codicia de tanto 'lobo' ruin y villano…
Volverán con sus noches de brillos y luces claras,
con negros tules, sedas y satenes estrellados,
robarán, de nuevo, razón y memoria en las almas.
  
Todo por ser ellos los ilustres más preclaros.
Todo por nada.
Por ser con los suyos los únicos legatarios
Todo por nada.
Todo por ser, por ser,… por ser bestias entre humanos.
Por la codicia de toda vida y toda alma.
Y siempre, luego en el desconsuelo cruel y despiadado…
La realidad más cruenta, que nada
de lo visto era nuestro, ni siquiera lo trabajado …
  
Perversos son los juegos,
en noches que nos muestran estrelladas.
Perversos son los juegos
abriéndose en virtuales abundancias
en caminos de fuegos.
Perversos son en ello
esos astros más brillantes, que hicieron
que no hubiera más celo
en los ojos de los jóvenes cuervos,
esos pájaros negros
que todos llevamos impresos dentro...
  
Después vino el manto negro
de la luna nueva
y de las nubes que concurrieron... Y, aquellos
ojos negros de cuervos,
a todos nos dejaron en el desasosiego…
en los míseros tiempos.
  
La realidad más cruenta y cierta
de que nada de lo visto era nuestro...

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