En la mina…


En la mina…

-Por Nártleb Ocsicnarf-13/03/2012-

Hoy vienen a mi memoria
vivas vías de la tierra,
en caminos de los montes
entre árboles y hierbas,
veo un anciano hombre
en el borde de un risco.
Observo que mira con ojos nobles,
a lo lejos una mina y un río.

Le saludo, mira y saluda el hombre.
Charlamos del sol y el tiempo en principio,
después de la vida y los hijos
del duro tiempo en que vivimos
de que siente vivo y vivido
y que lo es por ser compartido…

Después de este encuentro, y durante mucho tiempo, sobre lo vivido y soñado me rondaron la cabeza algunos pensamientos que hoy escribo en estos versos, sólo son susurros leves de los soplos sordos del viento:

¡Qué ya se fue la vida!
Sólo quedan silencios
en las vías de la mina.

¡Qué callaron los barrenos!
Sólo quedan negras simas,
y en ellas soplos de viento.

¡Qué callaron los mineros!
De otros tiempos quedo ruina,
sólo pesadillas, ¡no hay sueños!

Levantiscos y fuertes días,
en furias de los elementos,
van batidos por un pico y mil vidas.

Ya no hay sonoro griterío,
ya no son los mineros
quienes alientan desafíos.

¡Qué no hay aires frescos!
sólo desavíos y mil calofríos
en crónicas de mineros...

Ya no suena la voz de la bocina
la del final del día,
y que señala la salida
de lo hondo de la mina.

…/…

¿Y las voces de la mina?...
Se callaron para siempre
en las aguas cerulinas
regresadas de las fuentes
de la tierra y de la vida.
Y, reclaman recurrentes
lo privado por la mina.

Estancadas aguas en los pozos,
en los charcos de las galerías,
aguas que rezuman por las grietas,
que mojaban la piel y sus poros,
que corrían por toda la mina.
Aguas vivas; ahora, son muertas.
 
…/…
 
Hoy mira nublada su retina
mil historias vespertinas,
crepúsculos de mil y una vidas.
 
Hoy siente brisas sin toxinas
en su piel más genuina,
la del minero que habla de su mina.

Hoy respira a bocanada viva,
nostalgia de paredes zafirinas
que encerraron para siempre tantas vidas.
 
Hoy degusta otras brisas,
con los ojos y sus manos limpias,
sin enojos, ni mil rabias vitelinas.
 
Hoy oye entre aquellas neblinas
mil suspiros en sordinas
en los cantes de lo hondo de la mina.
 
Hoy andan sus piernas mohínas,
y sus recuerdos en mil luchas genuinas:
 
“¡Qué dura era la mina!,
¡qué júbilo es ahora la vida!,
¡qué duro es el paro y la ruina!
¡Cuánta ruina de tantas vidas
por el cierre de nuestra mina!”
 
…/…
 
La garrota lo sostiene,
el mentón sobre las manos
y su vista siempre al frente
mientras los dos hablamos
en la cresta de este ‘cerrete’.
 
Desde la tranquilidad del monte,
miramos la soledad del castillete…
Me habla de imágenes con nombres,
de historias que le vienen a la mente,
de la vida en la bajada y el remonte,
de las jaulas y sus momentos silentes,
del trabajo duro y de los duros golpes,
de los negros pasos de toda la gente,
de la convivencia viva, alegre y noble,
de sus blancos ojos y sus oscuras frentes,
de cuando se rompe todo el orbe
y la dura pérdida que trae la muerte,
de las lágrimas negras de las familias y sus hombres…
 
La garrota lo sostiene,
en su vida es un poste
que mantiene una galería.
 
Es minero hasta la muerte,
porque así lo siente,
no sabe vivir de otra suerte
el que de veras es minero.
 
La garrota es su pica,
su columna es su gente,
y la mina es su vida.
 
Su historia lo sostiene,
una vida de trabajo,
de esfuerzo paciente,
de penas sin llantos…
 
La memoria le reviene
ante recuerdos claros,
pero se queda con lo bueno
de sólo ser un viejo minero…
del recuerdo de sus compañeros,
fornidos camineros,
fuertes y ligeros picadores,
templados barreneros,
expertos artilleros,
sufridos entibadores,
esforzados cargadores…
De la mina todos enteros
diligentes trabajadores…
 
Hombres del duro trabajo minero,
de las mismas entrañas de la tierra
hasta lo más noble del cielo abierto,
nobles hombres en un perdida guerra.
 
Hoy comparto y defiendo algo muy cierto,
una lucha que nace desde dentro;
que la falta de trabajo es muy perra
y que sólo trae paro y miseria...
 
…/…
 
Hoy mira desde su atalaya,
sus manos sobre su garrota,
sobre la que fue su pica,
hoy se esfuerza y mira
y no admite ninguna derrota.
Hoy mira un futuro que no haya
ni en la mina, ni en la vida,
pero no se rinde ni se resigna,
dice que nos queda la lucha
mientras haya vida…
 
Y añade que todo esto
fue por una buena familia,
y que fue por ella toda su vida…
 
Nos despedimos en la senda,
siempre un hasta luego,
que el camino no se arrienda
que se hace por derecho
con esfuerzo y paciencia
y siempre compartido…
 
El anciano minero,
en el monte ante su mina,
en el risco ante la vida…

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